Transforma las críticas en oportunidades
¿Me crees si te digo que cualquier crítica tiene dos partes y una de ellas merece ser escuchada?
Víctor me creyó. Creo que le convenció la explicación que le di.
Tiene 13 años y en el colegio está cansado de recibir críticas por parte de sus compañeros. La frase estrella es “eres un pesado”.
A sus compis les molesta que tenga una necesidad imperiosa de ser el primero de la fila, el primero en coger el almuerzo, el encargado de escribir el día de la semana en la pizarra, de repartir fichas a toda la clase, y un largo etcétera.
Seguro que estás pensando en la persona de tu clase que reunía todas estas características. Y si todavía no lo has hecho es porque esa persona eras tú :)
Lo que por algunos es interpretado como una gran iniciativa, otros lo ven como un auténtico peñazo. Ambas interpretaciones son válidas.
El caso es que Víctor recibe día sí y día también esta crítica. Suele ir acompañada de palabras como “siempre”, “nunca”, “todo”, “nada” y, cómo no, de lo que se conoce como ataques a la identidad, que consisten, básicamente, en poner la palabra “eres” seguida de un calificativo. “Eres un idiota, eres un pesado, eres un mocoso”, etc.
La mayor parte de las veces utilizamos esta fórmula (eres + calificativo) para hablar de todos los atributos negativos de la persona.
Adivina qué ocurre cuando utilizamos esta fórmula de forma repetida y le añadimos a continuación frases que contengan las palabras que te he dicho antes (siempre, nunca, todo, nada) … Pista: el receptor se siente atacado.
Y es probable que me digas… “Pero María, ser atacado tampoco es que sea un gran problema”.
A lo que yo te contesto: “Tienes razón. No es un gran problema. Todos en alguna ocasión somos o nos sentimos atacados por alguien. Peeeeeeeeeeero, y aquí viene el gran pero, cuando nos sentimos así de forma repetida, entramos en una especie de colapso. Es como si nuestro cuerpo se protegiera. Como nos duele lo que escuchamos, dejamos de escucharlo”.
Y aquí es donde te explico lo que venías buscando: las dos partes de la crítica.
Parte uno/ el qué: el mensaje que le queremos lanzar al otro. Es el verdadero significado de lo que queremos decirle. Siempre merece ser escuchado.
Por ejemplo, en el caso de Víctor, el mensaje que quieren lanzarle sus compañeros es que les molesta que necesite acaparar la atención de forma constante, porque entonces ellos no encuentran su espacio. En realidad, se refieren a que cuando él se pone por delante y quiere satisfacer sus necesidades, no se da cuenta de que todos los demás quedan en un segundo o tercer plano. Y esto es muy molesto.
Parte dos/el cómo: la forma en que comunicamos al otro nuestra crítica. Es la parte que, con frecuencia, desvirtúa el mensaje e impide que lo escuchemos.
En el ejemplo de Víctor, el cómo sería la frase/ataque a la identidad que le repiten diariamente: “eres un pesado”.
El cómo también se refiere al tono con el que lanzamos el mensaje, la cara que le ponemos a quien recibe nuestra crítica e incluso nuestra postura corporal.
Piensa por un segundo, ¿cómo te sentirías tú si fueras Víctor y con 13 años te repitieran por activa y por pasiva que eres un pesado? Estoy convencida de que te sentirías mal, muy mal.
Acto seguido, harías lo mismo que Víctor. Seguro. Rechazar la crítica pensando que son unos abusones.
Y en parte tendrías razón. La forma en que te transmiten el mensaje es cruda y poco útil. Pero si hicieras esto, serías el primero en salir perdiendo. Porque tus compañeros se alejarían cada vez más de ti, y lo más triste de todo es que tú no entenderías el por qué. Y tampoco podrías cambiarlo.
Es fundamental trabajar el cómo, la forma en que le enviamos un mensaje al otro. Así que cuando seas el emisor, cuida la forma si quieres que el mensaje llegue bien.
Ahora bien, cuando seas el receptor, no te quedes en el cómo. Hazlo por ti. Analiza el qué, el mensaje que te lanzan. Y reflexiona siendo muy honesto contigo mismo. Si tienen razón, genera los cambios necesarios. Pide ayuda si te cuesta, pero llévalos a cabo.
No dejes que un árbol te impida ver un bosque entero. Si eres capaz de ver más allá, serás el primer beneficiado.