La pereza tiene cura: genera incomodidad y cambia tu vida

¿Cuántas veces te has sentido invadido por la pereza? Cientos o incluso miles a lo largo de toda tu vida. Estoy convencida.

¿Y cuántas veces te has sentido una persona horrible e improductiva por haber sucumbido a la presión de tu pereza? Las mismas, ¿no? Tranquilo, yo también me he sentido así muchas veces.

Ahora viene la pregunta que de verdad importa. ¿Cuántas veces tras identificar tu pereza has decidido cambiar tu comportamiento? ¿Cuántas veces has empezado a moverte después de sentirte perezoso? Aquí el número se reduce, y mucho. Lo sé. Lo sabes.

Con frecuencia te percibes perezoso, te criticas por ello, te debilitas y como estás débil, no generas la fortaleza suficiente para salir del círculo vicioso. Y así sucesivamente. Percepción-crítica-debilitación-inacción. Percepción-crítica-debilitación-inacción. Podría seguir así toda la mañana (como decía mi profesor de Educación Física del instituto cuando hacía flexiones).

Pero ¿Cómo es posible? Te lo cuento. Es fácil. En realidad, y por muchas historias que te cuentes a ti mismo, no estás lo suficientemente incómodo con tu pereza, porque te aseguro que, si lo estuvieras, harías algo por sobreponerte a ella.

El ser humano es una máquina de la adaptación, así que es fácil que te acabes acostumbrando a pequeñas dosis de incomodidad diaria porque NO VES EL RESULTADO A LARGO PLAZO TODAVÍA.

Vale, María, ¿y qué hago con esto? -estarás pensando-.

Si quieres cambiar, genera tú mismo tu propia dosis de incomodidad. Póntelo difícil (o fácil, según cómo lo mires). Haz que no quieras quedarte en la misma situación por mucho tiempo.

Te cuento cómo lo he hecho yo. Hace un par de meses que mi pareja y yo hemos tomado la decisión de cambiar el estudio de nuestro piso. La idea es quitar un escritorio y ocupar ese espacio con una cómoda bonita y algún cuadro/lámina chula. Tenemos alguna cómoda fichada, pero la pereza nos puede.

De momento, la situación no es lo suficientemente incómoda para nosotros, porque el escritorio del que queremos prescindir nos sirve para acumular todos los trastos que querríamos meter en la nueva cómoda. Podríamos continuar con este nivel de incomodidad unos meses más. Seguro. Y nos dejaríamos llevar por la pereza del cambio. Y entonces, caeríamos en la inacción.

Así que he decidido poner en marcha una estrategia un poco más agresiva. He quitado todos los cuadernos, estuches, folios y aparatos varios que estaban sobre el escritorio y los he colocado en el suelo, apilados.

Me molesta entrar en la habitación y ver una pila de trastos. El orden es importante para mí. Me juego un brazo y parte del hombro a que en los próximos días habremos puesto el escritorio a la venta en Wallapop y estaremos decidiendo qué mueble queremos que presida esta habitación de la casa.

Ya sabes, si quieres cambiar, pero te puede la pereza, será mejor que empieces a generar tu propia dosis de incomodidad. Pronto verás los resultados.

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